los preámbulos sistemáticos de lo conocido
nadan verdes en un mundo opaco
se creen lo que no son mientras fuera
aprovecha la lluvia el baile alegre en los tejados lamidos por cristales
la sonrisa de los rincones abraza kilos de ternura atesorada y bien alimentada
las marcas del reloj y sus cicatrices se difuminan entre sus dedos que crecen en piel sahumada de salvia blanca
los pechos conscientes de la inmensa apertura se reúnen en alto cuando la noche apremia del lenguaje el beso y del habla la lengua
siempre perfilada de dulzura crea
del septentrión el mar de oquedad
los brazos lanzados, mensajes de sus botellas, recogen lo esperado en compartir de orilla
el oquedal se expande, regenta y cubre la tierra de un manto de estrella en reflejo de planta sagrada
el yo y tú sirven, se funden con la excusa del calor apremiante de la glucosa compartida
nada fuera, todo dentro en oleajes constantes de dicha
en la casa, ahora hogar, encuentro del presente
Nada fuera, todo dentro en oleajes constantes de dicha
En la casa, ahora hogar, en encuentro del presente.
#mujerdepalabra
Arte: C’est la vie, «cooollage», 2015
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