820f3656-71f6-3544-81c3-2f4cafc20ee5

Soy la ola que alguna vez chocó con la mar. Soy el eco de los abismos de la esperanza más alta, la que se desmenuza en cada exhalar sin expectativa. Porque bien es sabido que la esperanza es el plato de dolor de mañana si de lo efectivo depende que la esperanza siga. 

Soy la sombra que se arroja ella misma por el río, la que se desnuda ante la pulcritud de la falta de valentía. La que tiene la cabeza metida en las entrañas y que sabe que amar es un verbo que se conjuga hasta el último soplo.

Soy la que sonríe mientras la tenebrosa certeza de su melancolía es faro de todas las vidas aún por inventar. Porque se inventa la vida mientras la vida es más allá de la apariencia. Engaña dicen, no, nos engañamos cuando, de vibrar en cuerpo el sonido de los escalofríos, ponemos corazón en mentalizar el paisaje que se expande extenso. ¿No sientes cuan cruel y denso es para tu paso? 

Tal vez las manos no sirvan ya los propósitos de las caricias, ¿existen, de hecho, las caricias dignas de su nombre con intenciones prolépticas? ¿O solo sabe el sabor de su más tersa comparsa? 

Soy la mujer que decidió vivir, la que trocó el sacrificio por la entrega, la que por todas sus válvulas primero amó fusión, luego amó independiente y ahora coama o sigue su camino, amando, por su puesto y el de todas, sin tregua.

Fueron tantas las laceraciones que la voz tuvo que salir, supo salir, necesitó salir y tocar la paz de ser en tiempo la que es, sin trampa.

Nunca temí a la muerte y ahora la veo tan cerca ahogando los últimos latidos contraídos. ¿Cuánta tristeza puede sostener un cuerpo hasta no dejar pasar más aire? 

Abran las ventanas, que los soles son amapolas, todas silvestres. No se puede cortar la flor que nace libremente. Mas si yo no la miro, ¿existe? Dicen que sí, dicen que no. 

Solo importa recordar que cuidar es un alto movimiento más ancho, más hondo que el propio yo buscando quedarse enmarcado en la memoria de los tiempos. 

Que no me mientan los hoyos. Viviré el tiempo que perdure en el corazón de las personas que me amaron, lo demás es viento, fuego, sal de una mar salpicada en la sangre propia. 

Perdóname, soy la que necesita matarte para resucitarte, de una forma que mi cuerpo no sea extensión de tu mirada. Porque si me quedo colgada de tus promesas, moriré ahogada. 

Me perdí, me arrojé a la densidad de las palabras como si toda la materia del mundo pudiera salvarme del veneno que guardaban. Perdóname. Matarte es salvarme un poco y besar tu boca que no me pertenece mas sin la rabia de Salomé. 

Soy la que (se) perdona, la que erra, la fortaleza en la mujer vulnerable. Soy único caminar en la belleza de lo que sube, en el placer de lo que baja. Soy la flor que no se corta a sí misma, que (se) ama con todos sus nombres. Soy el sueño que se sueña materia. Soy la que reconoce la renuncia y la honra, la que escoge la lucha por supervivencia. 

¿Yo? Yo soy tú.

#mujerdepalabra

Arte: foto propia tomada in situ en el Moscow Museum of Modern Art. (La firma se volvió ilegible, que me perdone el/la artista).