Todo revolotea en el viento alegre que esparce sus semillas.
Tumbarse en la yerba blanca del deseo
y florecer árbol de ofrenda copa, de raíces aire, de corazón agua.
Sentir la primavera en soplido recorrer la luz
y la luz de sus colores lamer la miel de las miradas todas.
Volverse uno en generosa entrega.
Soplar soplar soplar el sol por todas las ventanas de las ramas abiertas a la dulzura.
Ajenos al ruido del mundo,
el cuco saluda al carpintero, bailan sus canciones:
verde sube savia, sabiduría alquímica.
Tacata-cata toc-toc tac
Mi dirección es tu puerta que se abre y se cierra.
Tic-tac-cucú-tras
Luces de palabras lamidas de amapola;
sus pétalos sostienen el baile que no para,
pistilos de polen que ponen en piel de tierra,
nuevas raíces, nuevos sentires, nada de parecer algo de lo que no era.
Sube y baja la pulsación del alma, reconoce en la belleza lo que aún no despierta en la pupila.
Vacío pleno de todos los deseos. ¿Y si callar fuera único sentir del fuego?
Y surge un ganso, cisne de un cuento dónde empezó todo, sigue caminando los mil pasos de los pensamientos. ¿Quién sigue a quién?, me pregunto.
Nada hará desaparecer de Ofelia el río. Mas el río puede ser música de antaño. Y el lago espejo de la belleza del cielo.
En la tierra ahora fértil de la calidez renovada, arar sin errar atrae lo nuevo, olvidada la herida se cierra y brota dulce certeza.
Junto al huerto, las piedras fueron amontonadas. Sudor de años a vista consagrados, ahora ahusan historias de primaveral encuentro.
Las manos se juntan en besos. Los besos recuerdan los cuerpos que se enlazan en dos, en tres, se funden entonces en un solo latir que canta sonriente.
El frío pasará hasta que definitivamente llegue para instalarse.
Entonces, recordaré caleidoscópicas imágenes de tus rizos al viento, tu voz amable y en el verde de tus iris besaré nuestras más de mil y una noches en las que aprendí a escucharte.
Y la paz borrará el frío en mi ya eterna sonrisa, porque sé que estación a estación, amor, habré aprendido a quererme queriéndote.
Arte: Hannah Höch – Never keep both feet on the ground – 1940
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