«La segunda metáfora es la trama de un tapiz que propone a la mirada un caos de colores y de líneas irresponsables, un azar y un vértigo, pero el orden secreto lo gobierna.»
(Metáforas de Las Mil y una noches, Jorge Luis Borges)
Esta noche el viento soplaba con redobles de tambor. Las palmeras danzaban sin rumbo cierto y la mar embravecida escupía fuegos oscuros.
El sueño no obstante fue plácido y las imágenes puntillismos celestes de caricias en canto.
Las sirenas braman,
ruedan la ciudad lejana y gris que la espera, en silencio espera, en desnudo calor anhela,
al borde de los mares en cambio metrónomos de las caricias ahogadas las devuelven íntegras.
Completadas.
Ecos en quiasmo de la música del mundo.
Durante la ensoñación sus manos recorrieron su propio cuerpo aún firme, aún luminoso y expectante y soltaron de su aura los destellos de las metrallas a sí misma impuesta.
Esta mañana siente aún el calor de sus dedos sobre su piel atenta. Está despierta, la piel y la mujer plena.
Se levanta erizada, los pezones apuntando al futuro que es hoy que es ahora.
No sabe muy bien cómo aunque sí lo siente, algo se ha liberado de la memoria y del llanto. Su paso es fértil en belleza. Su cara resplandece en la mañana aún abriéndose y fría. Mas disfruta la tersa piel de su rostro que resiste a la temperatura externa.
Prepara un café negro como la noche y el recuerdo del aún cercano futuro. Sin azúcar. El dulzor lo lleva en los labios dispuestos a morder la pluma que le queda en leales pedacitos con los que volver a cubrir su cuerpo nuevo, antiguo mas renovado.
Sus alas ya no son excrecencia que apuntan y se pueden marchitar, se ha vuelto ala entera, dispuesta a elevarse.
Se apoya en la recién abierta ventana sobre el mar eco del amar que la habita. Quiere sentir el temporal calmado, sentir aún más su piel receptiva. Su pequeña taza humea en y hacia fuera ofreciendo su aroma a las gaviotas aún dormidas.
Perla en promesa el rosa de las diminutas nubes del recuerdo. El día se levanta y ella se renueva.
Cierra los ojos impregnados del nuevo brillo de su encuentro consigo misma. Liberada. Creadora. Sosegada. Es y en ser está donde moran los abrazos. Y empiezan en ella y se expanden como el humo que siente sin ver de su pequeña taza plena del néctar del despertar.
Su sonrisa dibuja lo nuevo, la promesa del aún por ser, estar y obra.
Con prendido en las letras que enlazan en eco, me siento portadora del canto de los cuentos en universales. Despierto el hoy sentada frente a la hoja en blanco que se tiñe de vértigos en un orden secreto que lo gobierna.
Siempre hoy en mi cuerpo expuesto de mujer apasionadamente libre de sentir.
Maman.
Retomo tierra.
La voz diminuta ocupa todo el espacio desde dentro hacia fuera. El sol ya apunta su nariz de complicidad.
Maman.
Sus ojos abiertos se funden en mi pecho que le acoge.
Sí, mi amor. Buenos días cariño. Hoy es un nuevo día y todo es posible.
Maman, me gusta como amas, maman.
#mujerdepalabra
Arte: «Circumstancial Evidence» – Eugenia Loli
Comentarios recientes